Lo que a veces te parece mala suerte luego te das cuenta que es, en realidad, buena suerte. Anjuna, pueblo pequeño en tamaño pero grande en todo lo demás, al que llegamos de rebote, nos lo demostró. Para intentar atraparla, recorrimos sus caminos en una scooter. Y fue ella la que nos atrapó.
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El diablo sobre la cabra. |
Corrimos detrás de las vacas sagradas, corrimos delante, adornamos santuarios con flores y fuego, adoramos a las mujeres Lamani de Karnataka, cruzamos campos de cruces, nos dejamos bendecir por hombres de la selva, apalabramos tortilla con Bea y Joseba, nos quedamos quietos en medio de la epilepsia colectiva de una fiesta playera y trance de luna llena, enterramos los pies en el agua, mirando al mar soñamos... y mirando los mercadillos también.
Un tropel de imágenes nos asalta en cada recuerdo, serenas, poderosas, grandiosas, melancólicas, portuguesas, indias. Fue el momento. Fue el lugar. Anjuna, Baga, Calangute, Vagator, Mapusa... Goa. Adoro você.
Con la boca abierta! (y no me refiero a la guarrería de foto lavándote los dientes). Por las fotos y por la crónica :-). Y hasta estas fotos, la única GOA que conocía eran los fiestones que hacen 3 veces al año en discos en Madrid.
ResponderEliminarQué cultura da viajar (sobre todo a los viajeros como vosotros). Sois muy grandes!
Enrique, en realidad no estamos de viaje sino escondidos en Chinchón. Todo es un plan maestro para decirte que te llevamos un regalo y ¡poder quedar contigo!
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